Purmamarca
La ruta comenzó a subir, las subidas no son como en Brasil, se sienten, las siente La Camiona sin duda, tuvimos que poner 2da y en algún momento 1ra. Realmente estamos trepando pero la ruta está planteada con muchas curvas, entonces nos lleva tiempo y hay que esforzarse pero el motor no calienta tanto como en las sierras brasileñas.
El paisaje es mágico, Purmamarca.
No podíamos dejar de mirar las montañas, los colores, las capas diferentes, la erosión, los cactus y los pueblos. Queríamos parar cada 5 minutos pero la verdad es que nos apremiaba el atardecer. Salimos de la capital a las 17hs. Y teníamos miedo de que nos agarrara la noche, luego nos dimos cuenta que en esta zona el atardecer es a las 20hs.
Llegamos al pueblo, no podíamos creer los colores del cerro. De inmediato se ve el Cerro de los 7 colores, el pueblo es pequeño, las casas son bajitas de piedra y adobe (es una mezcla de barro con paja y alguna que otra cosa más) que les dan un color particular. A medida que baja el sol se siente un poco más frío, tal y como nos había adelantado Diego (nuestro Anfitrión en Ledesma).
En el camino y debido a la búsqueda de la pieza, nos contactamos con Pablo de Cine en Kombi. No lo conocíamos pero teníamos una amiga y unas kombis en común. Él estaba parando en un camping, así que lo acompañamos y estacionamos al lado.
Tiene una kombi hermosa del 69, el también trabajó muchísimo en ella. Pablo viaja solo, su viaje comenzó en Ushuaia y va con destino a Alaska.
Disfrutamos de charlas e intercambiamos muchísimo sobre kombis, viajeros, anfitriones, amigos de ruta, música. Le encanta la murga y la música uruguaya en general, nos puso la piel de gallina con temas de Jaime Ross en medio de las montañas.
Y nada más lindo que pasear en caravana de kombis 🙂
En el camping nos encontramos con otros uruguayos, con una de ellas ya teníamos una conocida en común al 3er mate 🙂
Paseamos por el pueblo caminando, al rato vemos un muchacho con la remera de Peñarol y nos acercamos a saludar, era de Durazno y hacía dos años que estaba viajando, ahora volvía a su casa.
La plaza de Purmamarca es muy linda, en frente está la iglesia y se arman puestos de artesanías alrededor.
Ahí conseguimos WiFi para poder avisarle a la familia donde estábamos.
Purmamarca se siente tan pequeño y es tan tranquilo que luego de unas horas ya vas reconociendo caras, más allá de los comercios o calles. Y se nota que todos se conocen, porque cuando preguntábamos donde había o quedaba alguna cosa, siempre los referentes eran “la despensa de fulanito”. Pueblo chico repletito de personas de todo el mundo.
Tilcara
Se encuentra muy cerca de Purmamarca, es una ciudad turística, con yacimientos arqueológicos y todos los servicios de una ciudad.
Ahí encontramos una estación de servicio donde paramos unos días, disfrutamos de la naturaleza, nos acostumbramos a la altura, aclimatarse no es fácil para dos hijos del río de la plata, al menos estos dos.
El pueblo es precioso, la arquitectura es bien simple, acorde con su entorno.
Era lindo ver como grandes marcas como bancos o heladerías se adaptaban en este sentido, no invadían visualmente (ñoños).
Disfrutamos de música en vivo en la plaza, una artista local que cantaba folcklore con una voz preciosa. La gente se sentaba en los banquitos o en el piso, viajeros, turistas y locales, todos disfrutando de la música de la región.
A subir
En Tilcara aprovechamos a organizar nuestra gran subida, el cruce hacia Chile.
El cruce lo hicimos en Paso Jama, es una frontera de altura, encima de los Andes.
Para llegar a Jama debíamos recorrer 275 kilómetros. Íbamos a volver a pasar frente a Purmamarca, Cuesta de Lipán, Salina Grande, Susques y luego Paso Jama.
Íbamos a comenzar a subir la cordillera de los Andes, la altura más desafiante la encontramos en la Cuesta de Lipán, sobre la ruta 52 muy cerca de Purmamarca la ruta se vuelve montaña rusa. Subíamos muy despacio, pensábamos que ya estábamos altos y luego veíamos a los autos lejos en picos más altos. Fue un camino hermoso en cuanto a paisajes y con mucha adrenalina. Alcanzamos los 4.170 metros de altura sobre el nivel del mar.
Luego de que cruzamos la cuesta encontramos la Salina Grande. Precioso lugar donde nos llevamos unas postales increíbles.
Tomando en cuenta que nosotros demoramos más que cualquier otro vehículo en subir montañas, tratamos de no demorarnos mucho en las paradas. Continuamos hacia Susques, el último lugar con estación de servicio antes de llegar a la frontera.
En Susques descansamos un buen rato, paramos en la “estación de servicio”, en realidad es un Hotel, restaurante y afuera hay dos surtidores. Es la última estación con nafta súper antes de Chile y en Susques está el último banco de la región, luego ni siquiera se encuentran cajeros.
Continuamos el camino, el terreno cada vez más árido, teníamos cuestas y caminos rectos, cruzamos otro salar.
Las Yamas ya formaban parte del paisaje desde muy temprano. Hay que tener cuidado porque no hay alambrados ni nada por el estilo, los animales están sueltos y no le tienen miedo a los autos, cruzan las rutas muy tranquilos.
Como nosotros vamos lento, cada cruce que teníamos con yamas o cabras nos resultaba divertido.
Paso Jama
Luego de horas de ruta, llegamos a Paso Jama. Es un pueblo muy pequeño. La estación de servicio, una YPF, está sobre la ruta y es el edificio más destacado.
Llegamos después de las 17, aún nos quedaban unas horas de día, estábamos agotados de tanta ruta, cuando buscamos donde estacionar de inmediato vimos una motorhome enorme y preciosa con matricula europea, estacionamos al lado.
En la motorhome estaba una pareja peruana – alemana, Clemen y Jürgen con un labrador de casi un año Shanti, chileno. Dos profesores retirados que hace 4 años viajan en motorhome. En los últimos dos recorrieron América. Salieron desde Canadá y estos eran sus últimos kilómetros, estaban volviendo hacia Montevideo para embarcar el motorhome camino a su casa en Alemania.
De inmediato salieron a recibirnos y nos invitaron a pasar a su casa, Esperanza. Más sobre ellos en panamericanafahrt.com
Clemen nos invitó con un té de coca, que nos vino muy bien porque estábamos a 4.200metros de altura, cansados y ya nos sentíamos un poco “raros” por la menor cantidad de oxígeno.
Ellos estaban ahí porque rompieron el motor, unos camioneros chilenos los ayudaron a llegar a la estación y estaban tratando de coordinar una grúa hacia Salta.
La primer noche en la altura no la pasamos bien, nos costaba dormir, nos dolía la cabeza. Dormimos poco.
Al día siguiente, tratamos de descansar durmiendo hasta más tarde, estábamos determinados a no manejar a menos que nos sintiéramos mejor. De paso, aprovechamos a colaborar con nuestros nuevos amigos con las gestiones con la grúa y aprovechamos el WiFi de la estación de servicio, algo que no teníamos hace muchos kilómetros.
Conocimos a dos viajeros más, en este caso una pareja Cordobesa que paró un rato de camino a su casa. Nos dejaron un montón de consejos de Ecuador.
Es tarde nuestros amigos consiguieron una grúa, los vendría a buscar al día siguiente, todos más tranquilos decidimos cenar juntos.
Cena con vista al atardecer de la cordillera, compartimos un vino y luego Jürgen nos deleitó con su violín.
Una noche excelente, nos fuimos a dormir, hacía menos frío que la noche anterior o el vino nos ayudó, no sabemos, pero dormimos mucho mejor.
Al otro día, desayuno, ducha y a la ruta.
Luego de despedirnos de nuestros amigos, ellos se fueron en la grúa y nosotros emprendimos viaje hacia la aduana, teníamos unos cuantos kilómetros hacia San Pedro de Atacama, nuestro destino en tierras Chilenas, nuestro 5to país.
Esta ruta nos ha regalado personas hermosas y nos presentó paisajes increíbles. La naturaleza en su máximo esplendor, la Pachamama ahí en nuestra cara, demostrándonos lo chiquito que somos y todo lo que nos queda por aprender.
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